Nunca ha sido para mí la vocación del periodismo, y es algo que ha sido parte de mi vida desde hace más de 10 años, pues cada día convivo con ellos, veo las noticias, imprimo sus páginas, y finalmente comparto con ellos la misión de informar. Sin embargo en cierto momento de mi vida laboral, estuve colaborando en alguna sección, me convertí brevemente en editor y tuve en mis manos las noticias del mundo, dispuestas a ofrecerlas a los lectores del diario, el aprendizaje fue intenso, pues en este caso, me tocó informar de la guerra, fue la guerra de Irak.
Ya hace algún tiempo de eso, pero igual que ahora son tiempos extraños, sombríos, la incesante violencia que azota nuestro país, ver las luchas por el poder, el dinero, por la corrupción del espíritu humano, es el pan de cada día de los mexicanos. Como lo fue para esa gente, víctimas del mounstro de la guerra, de la ambición, del capitalismo. Ver su cielo enmarcado de humo por las explosiones, ver su tierra calcinada y roja por la sangre de sus muertos. No puedo imaginarme nada más horrible, triste y lamentable; somos separados por el idioma, por la religión pero finalmente todos conformamos una misma raza humana.
Veo venir días aciagos, vientos de guerra en el sol naciente, pero confío en que las personas buenas sean cada vez más y lo bueno de la humanidad supere lo peor.
¿A cual de estos féretros voy a llorar? Pregunta a los periodistas este padre de familia iraquí, cuando los bombardeos mataron a toda su familia, hace unos años, en un barrio de Bagdad.